Pues sí, ¡qué pasa! ¿Acaso no puedo poner lo que me dé la gana en mi propio blog? Si alguien se ofende —normalmente moros y laicistas fanáticos—, ya sabe: el que se pica, ajos come. Jesucristo dijo que ofreciéramos la otra mejilla si nos abofetean (que, al paso que vamos, con los musulmanes y ateos compinchados haciendo pinza anticatólica, van a tener que ser las dos, no sé si alternadas o a la vez), pero eso no es incompatible con el otro mandamiento de predicar y dar testimonio del Evangelio por todo el mundo —o sea, darles la lata, que no nos queda más remedio que considerarles como prójimo—, lo que incluye el crucifijo y rogar y evitar, en la medida de nuestras fuerzas, que no cometan desmanes ni corrompan a inocentes, que si se quieren echar a perder o condenar, es asunto, aunque triste, exclusivamente personal.